febrero 08, 2012

Carta IV

73 días me diste, o 1752 horas. Entre las cuales cometí todos los errores que a alguien se le puede ocurrir. Y también aquellos que el resto de las personas ni siquiera imaginan que sean capaces de llevar a cabo. Créeme, todos son todos, aunque aún me quedaba uno, del que me creí exenta. Pero nada que sea eterno dura más de cinco minutos perfectos. Si no dejan de ser eternos, y más aún perfectos. 73 días y respiré libertad. 1752 horas y no te necesité más porque todo acabó, claro, como deben terminar las cosas, en su punto de auge y esplendor, y nuestra rueda de la fortuna cayó y te borró la memoria, ya después no me recordaste. Ah, pero qué río se lleva tus palabras?

1 comentario:

  1. Es verdad, siempre las cosas terminan en su punto de auge y esplendor... porqué será?
    Me encanta que hayas vuelto

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por lo menos alguien lee, gracias