marzo 05, 2012

·ForBidden·

Me perdía en el vaho que desaparece en un vidrio.
Me perdía en el aroma a libertad que emanaba tu boca.
La libertad y su potente y embriagador placer, que envuelve.
Me perdí en vos cuando exhalaste sobre mi cara.
Me perdí ahí porque abriste las puertas de mi mente.
Me dejaste entrar, y me perdí en lo desconocido.
No sé si fue cuando exhalaste aquel humo prohibido, que me llenó del letal veneno de tu mundo.
O quizás cuando yo exhalé un suspiro, para deshacerme de aquel aire en el que no estabas impregnado.
Porque el resto de mi, estaba lleno de vos.
Pero el resto de mi, ya no era nada.
Vos habías desaparecido al tiempo que yo lo hacía.
Nos perdimos, los dos, en el suspiro del final de aquel placer hedonista.
Ahí nos separamos del cuerpo que exhaló el último aliento.
Nos llevó el río del tiempo, a un lugar donde no pensamos, no vivimos.
Aquí sólo somos, y nada más. Porque quien es, no necesita más.
Aunque aún no entiendo. Sé que estás, o tal vez tu recuerdo.
Acá no te busco, para encontrarte.
Vos te encontraste, ya no me buscás.
Tal vez por eso me perdí.
Y si sé que soy, y que el ser no necesita nada para ser.
Porqué aún noto el espacio vacío entre mi alma y mi cuerpo, que no es otra cosa que tu recuerdo?
No habían prometido acaso, que el río del olvido, se apropiaba de aquellos vestigios de lo vivido?
                                                                                                                                                   M.

P.D.: En realidad, luego de leerlo varias veces, es más tuyo que mío.

febrero 15, 2012

Quisiera escapar a Macondo..

Una hoja de papel volando estaba a la luz de la nada, por el cielo de un  Manhattan que más bien un Macondo era. El rey de los nadies lo arrancó de la infinitesimal libertad del tiempo y lo llevó a su castillo de sal, donde la nieve era la única que moría sin jamás tocar el suelo. En la punta más alta del pedestal del cielo hecho de cenizas de lo que alguna vez fue fuego, colocó el papel con cuidado. Una llamarada coronaba el preciado objeto, con el único fin de iluminar el alma del monarca. La llama le advirtió que el fuego no iluminaba en lo alto, sino en el centro. A la vista de las cuencas de los recuerdos donde se perdía la mentira. Sin una ventana a tu cuerpo, el alma no se ilumina, ambos debemos ver las virtudes del abismo al que caemos. Aún así el monarca desoyó a la llama y la vio extinguirse al poco tiempo. Ya no iluminas, dijo el monarca enfurecido.. Ni tu promesa ni tu función has cumplido.. Tú me alejaste, rey, de donde yo tenía mi cometido. Tan lejos de ti, no había propósito ni sentido. Y se perdió sin brillo, la ceniza en el cielo. El fuego aún existe aunque el rey jamás lo vería, porque perdido estaba, buscando otro papel en el incesante tiempo para que brille bien lejos del reino de sus quimeras, tan parecido a un Macondo, queriendo la luz de un Manhattan...

febrero 13, 2012

febrero 08, 2012

Carta V

Te fuiste a la mañana siguiente, justo cuando desperté, si lo hubieses hecho antes quizás hubiera vuelto a creer en los cuentos y en que ese sueño había sido el más dulce e intenso. Pero no, esperaste a que despierte, te fuiste y me dejaste mirando cómo te ibas. No me moví, porque estaba creciendo, y no podía interrumpir eso. Dijiste que me despertaste porque tenía que crecer, nunca jamás está en los sueños y nosotros habíamos soñado por dos largos meses. Habíamos permanecido eternamente jóvenes por el finito tiempo de 73 días. Y a la mañana siguiente de ese tan largo día de 1752 horas desperté y vos te ibas. Sin decir mucho con un beso en la mejilla. Sin creer en los finales abiertos, con la absoluta conciencia de que aquello acabaría solo. No era romper algo, no había qué romper, era un corte superficial, que se cerraría solo. Como vos cerrabas la puerta, y yo volteaba para ver si venías a despedirte, como al día siguiente no nos conocíamos, como el tiempo seguía pasando y me daba cuenta de que realmente había crecido. Que cuando uno crece ya no quiere sufrir, porque despertar es girar y que no vuelvas, es abrir los ojos y que te estés yendo. Es cantar blackbird  de la mano y pensar que tal vez fue un sueño largo, o muy corto. Siempre menos de lo que debería ser. O justo lo que debía durar. Fue un sueño, y desperté, y ya no nos conocemos. Solo me llamas para dormir, ya no soñamos. Yo no atiendo. No me gustan las noches sin sueños.

P.D.: No podía no publicarlas, aunque fuesen viejas y la historia como siempre ya sea distinta. 
Siempre voy a hacer el ejercicio que aprendí con una amiga:
Mirá el lugar en el que estás, todo a tu alrededor, como te sentís, lo que olés y percibís, con quién estas, el clima, todo. Ahora parate un año atrás, y hacete una pregunta: Tu cabeza, hubiera acaso pensado todo lo que pasó desde un año atrás hasta el momento que estás viviendo? Mi respuesta es siempre "NO" alguna vez necesitaré releer esto, cuando la respuesta sea sí, para ver si ciertas cosas fueron reales.

Carta IV

73 días me diste, o 1752 horas. Entre las cuales cometí todos los errores que a alguien se le puede ocurrir. Y también aquellos que el resto de las personas ni siquiera imaginan que sean capaces de llevar a cabo. Créeme, todos son todos, aunque aún me quedaba uno, del que me creí exenta. Pero nada que sea eterno dura más de cinco minutos perfectos. Si no dejan de ser eternos, y más aún perfectos. 73 días y respiré libertad. 1752 horas y no te necesité más porque todo acabó, claro, como deben terminar las cosas, en su punto de auge y esplendor, y nuestra rueda de la fortuna cayó y te borró la memoria, ya después no me recordaste. Ah, pero qué río se lleva tus palabras?

agosto 23, 2011

...

Estar frente a aquel plato de alimento calórico de invierno y observarlo con cierta repulsión, como si en verdad no fuera el alimento que calma mi hambre. Mirar a los ojos a una persona que te agrede hasta lograr que se paralice de la vergüenza. Divisar a quién hace girar el mundo hacia el sentido contrario y ver que si te mira lo detiene, amarlo, desearlo y poseerlo con sólo mirarlo. Escuchar con expresión de asco aquella extravagante y discordante melodía de voces sinsentido que llenan los espacios vacíos de la mente con el único propósito de ocupar lugar. Para qué? Acabar besando a quien te hace daño. Lastimar a quien le da sentido a cada vuelta del mundo. Devorar aquella comida como si fuera la última cena. Y dejarse caer en el flotante placer de aquella hedionda multitud de vacíos, recostándote en el mundanal ruido. Y perderte en el silencio. Acciones contradictorias, vengan por favor, déjenme sóla.-