julio 02, 2011

III

Te descubrí vendiendo postales, y como el resto no creí ni una palabra. Aún así compré dos, una del infierno y otra del cielo. Me hiciste ver que si permanecía a tu lado, las postales se volverían reales. Y mi única forma de comprobarlo fue dejando todo. Porque nadie entra al cielo sin dejar su vida que tanto le costó hacer. Y créeme, que la única manera de entrar al infierno es dejando todo aquello de ti que vale. Y sí, lo di todo. No a ti, sino a mí, lo perdí para tener otra cosa, algo nuevo, pero lo nuevo no es así para siempre y lo gastamos, lo usamos y sobre todo lo arruinamos. Y dejó de ser bueno, nuevo y sorprendente. Ahí fue cuando me di cuenta de que acostumbrarse a no esperar nada predecible era demasiado peligroso. Además en tierra no hay paraíso, sólo postales, pero el infierno es cosa de los seres humanos. Y no te puedo culpar porque yo te pedí que improvisaras algo sobre lo que nunca habías leído. Porque sabías poco sobre los lugares que vendías. No es por creerme única, pero sé que después de esto sabes más de lo que me vendiste. Lástima que nadie recuerda más que yo lo que vivimos después de comprarlas, por lo que no hay reembolso. Y por las postales? Me devuelves mi vida y lo que de mí valía? No, porque yo no sabría qué darte a cambio. Porque no me queda nada. Ni siquiera sé qué darme a cambio. Supongo que volveré a buscarme una vida y cosas en que creer, mientras tú sigues vendiendo postales de lugares a los que temes volver. Lo curioso es que aún no lo sabes, y yo no te lo voy a decir.

P.D.: Extraño comer pomelo con cuchara y que me lo prepares vos mientras me contás de tu día.Te extraño, extraño lo que eramos antes, pero no sirve de nada recordar como era todo antes de ahora, porque no por eso va a volver. Fue lindo mientras duró. Gracias:) (Aun te amo).-