Forbidden

Alguna vez os ha pasado de conocer a una persona que viva en un universo paralelo, que compartan un lugar, un tiempo, algunos placeres y una extraña conexión que es difícil de clasificar? Bueno, algo así me sucedió. Vivir mil cosas distintas con una persona con la que jamás estaré, por razones tácitas e implícitas que ambos sabemos. Vivir nuestras vidas compartiendo minutos y horas de las mismas, hablándonos como si cada uno fuese el diario íntimo del otro, como si no nos faltara nada para contar y nada para sentir. Excepto amor. Ese tipo de amor necesario. Que es quizás lo que nos permite ser  dos líneas en el universo que van paralelamente juntas y que nunca se van a cruzar. Hablando de nuestros amores, sentimientos, penas, y muchas de ellas. Siendo conscientes de que aunque nunca vamos a estar juntos, haríamos un infierno, pero sólo podemos hacernos sentir cosas que nunca sentiríamos con otra persona, es algo eterno, que ambos sabemos cómo terminarlo pero que no podemos ni queremos. Sabemos que la única forma de que dos líneas de las miles que se cruzan en este tiempo y espacio indefinido del universo o de nuestras mentes sólo logran separarse cuando alguna vez se juntan y cada una logra seguir su camino. Pero el otro día lo pensaba, nosotros siempre viviremos en el limbo, en nuestro propio purgatorio, deshaciéndonos de todo lo que nos duele, volcándolo en el otro y sin jamás ser protagonistas de la historia del otro; actuando papeles secundarios con final abierto, siendo esas personas que en una foto sólo se ven si ponemos atención y de las que nunca se pregunta. Y para qué? Porque sabemos que así jamás lograremos olvidarnos uno del otro, sin lograr causar el suficiente daño o el completo placer como para terminar con esto. Para seguir en esta interminable y fina línea que separa lo justo de lo injusto, el placer del dolor, y nos mantiene a ambos en los bordes de nuestros caminos, sin juntar ambos, siempre separados, siempre juntos, siempre dos desconocidos que saben mucho.